Delire trotar como caballo en aquel paraje de mediodía, sorbiendo de vez en cuando alguna gota de sudor que caía de mi frente, disfrutando de un ritmo salvaje y antiguo.
Recostado estaba el rumor de los fuertes jabalís que corrieron libres por entre arboles y al levantarse sonaron los duros tambores de bella maleza.
Colibrís, garzas, golondrinas y el coro de un mono, la magnifica sombra de las inquietas hojas verdes, que juntas formaban un pequeño alivio del sol, padre, ojo que nos mira.
Contenido: Huapango arribeño!
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